lunes, 16 de abril de 2012


La Nouvelle Vague francesa 

"Une certaine tendence du cinéma française" es el título de un famoso artículo escrito a principios de 1954 por François Truffaut que fue publicado en la revista más prestigiosa de cine mundial por aquellos momentos, "Cahiérs du Cinema".
El texto contenido en ese artículo puede considerarse como el punto de arranque de las teorías fílmicas de la conocida corriente denominada Nouvelle Vague francesa. 

Esta nueva ola modificó las normas narrativas y temáticas del mundo del cine y abordó críticamente la totalidad de la historia del mismo, significando en su valía la importancia de la teoría de autor.

Años atrás al escrito de Truffaut, en 1948, el director y crítico francés Alexandre Astruc ya había concedido gran importancia en la revista "L'Ecran Français" al trabajo del realizador/autor, proclamando un nuevo estilo fílmico acuñado como "caméra-stylo" y afirmando: "Si el escritor escribe con una pluma o un bolígrafo, el director escribe con la cámara". 
Lamentablemente y a veces, este afán estilístico conlleva una rémora en el contenido plasmado en pantalla, pudiendo provocar la dictadura del estilo, otro error en la forma de proyectar un título cinematográfico.

Otro gran teórico del cine, André Bazin, editó junto a Jacques Doniol-Valcroze en 1947 una nueva publicación sobre el séptimo arte, llamada "Le Revue du Cinema", que con el paso de los años se rebautizaría como "Cahiérs du Cinema", revista en la cual comenzarían a colaborar gente como el citado Truffaut, Claude Chabrol, Jean Luc Godard, Jacques Rivette o Eric Rohmer, personajes con un afán crítico demoledor pero constructivo.
Demoledor contra el cine academicista instituido en la Francia de la época y constructivo en el asentamiento de los cimientos del cine moderno. 
Truffaut en su artículo atacaba a las producciones que sólo se ocupaban de la "qualité" y las buenas adaptaciones literarias y se olvidaban de aportar su punto de vista personal a la obra.

Los creadores de la Nouvelle Vague se preocupaban por 
que el film se considerase por encima de todo como una obra de autor, significaba que el director tenía que encontrarse creativamente por encima de cualquier otro personaje envuelto en la producción de la película, la película tenía que salir de él; ni el guionista, ni el productor, ni los estudios podían inmiscuirse en la labor creativa del verdadero hacedor del film, el director y sus ideas sobre el cine y la vida. 
Al mismo tiempo, proclamaban una mayor libertad narrativa, ausencia de comercialidad como fin y un mayor número de filmaciones en localizaciones exteriores y naturales.

Bien es cierto que con el paso del tiempo, estos propios directores, con raras excepciones, se acomodaron a un cine más comercial y su narración se ubicó en formas clásicas pero intentando mantener sus premisas básicas sobre el modo de construcción de sus obras. 
Estas condiciones y características fílmicas establecieron asimismo una revisión crítica a muchos antiguos cineastas, en muchos ocasiones injusta y que ellos mismos, con el paso del tiempo se retractarían de sus previos e influyentes comentarios.

Lo verdaderamente importante es que la teoría de autor y sus convicciones creativas provocaron una convulsión en el mundo del celuloide, que ya había comenzado unos años antes del debut de los críticos del "Cahiers de Cinema" con las películas de Louis Malle "Ascensor para el cadalso" (1957) y "Los amantes" (1958) o de Roger Vadim "...Y Dios creó la mujer" (1957), film en el cual se presentaba en sociedad a la sex-symbol Brigitte Bardot.
Fueron títulos de notoria resonancia comercial y bajo presupuesto, que animarían a los beligerantes críticos franceses a emprender sus propios largometrajes tras debutar anteriormente haciendo cortos.
François Truffaut obtendría un clamoroso triunfo con "Los cuatrocientos golpes" (1959), pelicula dedicada a su mentor André Bazin y con la cual ganó el premio al mejor director en el Festival de Cannes. Asimismo introducía a un personaje clave en su cine, su alter ego Antoine Doinel, interpretado por Jean Pierre Léaud.
Jean Luc Godard asombraría con "Al final de la escapada" (1959), un film ya mítico, ideado por François Truffaut y con diseño artístico de Claude Chabrol. El propio Chabrol presentaría "El bello sergio" (1958), un título financiado con la cuantiosa herencia de su mujer.

Junto a ellos, una gran cantidad de cineastas surgieron en Francia siguiendo las nuevas tendencias: Alain Resnais, Jacques Demy, Philippe De Brocca, Alain Robbe-Grillet, Agnes Vardá o Jean Rouch, entre otros muchos, fueron creadores que revolucionaron los convencionalismos establecidos, siendo imitados en muchos países por las nuevas corrientes de realizadores jóvenes con ganas de mostrar al mundo un cine más personal, independiente y liberado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario