EUGÈNE DESLAW
Poco se sabe de la vida de Eugène Deslaw: nacido en
Tahantcha (Ukraine), emigró a Checoslovaquia en los años 20’, donde conoció al
cineasta Zet Molas y se adhirió al movimiento vanguardista checo. Realizó una
obra vanguardista breve y fulgurante en la que se aprecia su tendencia moderna:
- Poesía del maquinismo (La marche des machines, 1929, realizada en colaboración con Boris Kaufmann)
- Fascinación por las ciudades y la vida artificial (Les nuits electriques, 1929)
- Exploración de las posibilidades plásticas del medio (Negatif, 1930)
Pero su obra es igualmente remarcable por su tendencia
mórbida hacia el lado oscuro de la vida moderna, la deformidad y la
descomposición (Montparnasse. Poème du caféŽ crème, Vers les robots).
Después de realizar un documental de factura experimental
sobre el rodaje de “La fin du monde” de Abel Gance, Eugène Deslaw fue barrido
de la historia por la llegada del cine sonoro. Murió en el anonimato, en 1966.
“Miro mis films como films de ensayos. La Marche des
Machines no es mas que un medio de “acción directa” óptica, de acción sobre los
nervios de los espectadores, sin ninguna especie de lógica literaria En La
Marche del machines, no hay ningún comienzo literario, ni de fin, las escenas
no duran sino el tiempo preciso para que el espectador las tome como una
realidad. El ritmo de las imágenes reduce a la nada su faceta documental
“instructiva”. No hay nada que comprender. Solamente existe algo que sentir”.
Así habla de sus obras el cineasta Eugene Deslaw (Ievhen
Slavchencko) (Ucrania, 1899 – Niza, 1966), que estudió en París en la década de
1920 y en la Escuela Técnica de Fotografía de Cine en 1927, el mismo año en que
trabajó como asistente de Abel Gance en su film “Napoleón”. Entre lo
experimental y lo abstracto, Eugene Deslaw colaboró también con Alfred
Zinnemann, Luis Buñuel y Marcel Carné. A Eugene Deslaw hay que situarlo dentro
de la segunda ola de vanguardia francesa, junto a Fernand Léger, René Claire,
Chaumet, Man Ray y Dulak Germain.
Elegí este corto de manera casual, y mas que nada por sorpresa. Me encanta Fischinger y su trabajo sobre sinfonías rítmicas,.Como esas formas y colores viven al pulso del ritmo musical, pero al ver a Deslaw, quede impactado, ya que acá, no había apoyatura en la música y solo con el ritmo de la imagen, además de la luz y sus reflejos; logra que esos objetos cotidianos, tornen hacia lo abstracto.
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